CONCEPCIÓN DE LA MUJER DE LAS ETNIAS COLOMBIANAS POR MEDIO DE DOS CULTURAS

LA MUJER EMBERA

*      PERSONAL
*      Cuando la niña inicia la pubertad, pasa por una ceremonia que culmina con el corte de cabello y una gran fiesta.
Las mujeres durante la fiesta se visten de forma sencilla y se adornan con collares de chaquiras y de plata. Los hombres utilizan atuendos más llamativos como el amburá o ceñido de cadera. El vestido de gala de ellos consiste en corona, aretes y brazaletes confeccionados con plata.

A LAS EMBERA TAMBIÉN SE LES PRACTICA LA ABLACIÓN DEL CLÍTORIS PORQUE EL HOMBRE DE ESTA ETNIA CONSIDERA DESAGRADABLE UNA MUJER QUE TENGA ESTE ÓRGANO GENITAL
TESTIMONIO

Las embera no hacen el amor por placer
por Iván Noguera, enviado especial de el Tiempo
En los bohios de las parejas embera de Pueblo Rico no se sienten ni suspiros ni gemidos de apasionados amantes.  Ni siquiera entre los recién casados. La relación sexual es breve.  "dura en promedio cinco minutos", dice una mujer de esta etnia que habita en una de las rústicas viviendas de madera desperdigadas en las montañas de Risaralda, en límites con Chocó.
No lo manifiesta, pero tácitamente acepta que una embera no hace el amor por placer. En su comunidad muchas mujeres no tienen clitoris. Se los cortan al nacer.
A finales de marzo pasado el país se sorprendió al saber que en esa etnia se practica la, ablación. Lo supo por la personera de Pueblo Rico, Aracelly Ocampo, quien denunció que tres recién nacidas habían llegado al hospital del pueblo porque los remedios indigenas no habían logrado frenar las infecciones provocadas por la cercenación del clítoris en rústicas condiciones. Dijo que las parteras usaban hasta machete.
El tema, aunque escandaloso para el resto, es un asunto sagrado para los embera que habitan en cinco municipios de Risaralda. Creen que para evitar el fin del mundo las mujeres no deben moverse durante la relación sexual, lo cual se garantiza cortando su clítoris o quemándolo con una puntilla.
Pero, además, así logran la pureza absoluta de ellas al llegar al matrimonio, pues esa pureza incluye que ni siquiera se hayan masturbado. De paso, para la vida futura, la ausencia de clítoris evita la infidelidad.
La maestra Hortensia Restrepo, la única autorizada por su comunidad para hablar con este diario sobre las relaciones sexuales entre estos embera que practican las más viejas costumbres de la etnia, entra en un rápido diálogo en su lengua con otra mujer adul a y varias sonríen.
"Lo que ellas dicen es que así se les quita la `arrechera' desde niñas para que no anden buscando jóvenes", traduce Oscar Darío Cheché Pepé, docente en el Resguardo Unido del Río San Juan, en zona rural de Pueblo Rico.
Llegar a Hortensia Restrepo y a su comunidad, Bichubará, no fue fácil. Para entrar al caserío, de apenas unas 200 personas, fue necesario un acuerdo con las autoridades del Consejo Regional Indígena del Risaralda, viajar dos horas y media desde Pereira a Pueblo Rico, luego hora y media por camino destapado hasta Itaurí, en el cañón del río San Juan, y hacer dos horas de ascenso a pie en medio de una tupida vegetación.
Allí, la ablación es una práctica que solo pueden hacer las parteras mayores. A los niños, en cambio, no les hacen la circuncisión.
Entre estos embera la relación de pareja es para procrear.
"Uno no rechaza una relación sexual, así el hombre no se haya portado bien o esté borracho", cuenta Hortensia.
La vida de pareja es un estado que se da a temprana edad. Casi niños ya están comprometidos, con hijos y con deberes que atender. A los 16 años una mujer se considera `que dada' o en `soltería'. En los hombres es a los 20. Un 'No' condena a la soltería
A los 13 años, cuando todavía los senos de ellas están en formación y sus caderas aún no se ensanchan, muchachos de 16 las piden en matrimonio.
Cheché Pepé explica que no ha habido noviazgo ni ha habido un beso, pero los papás del muchacho hacen la solicitud a los de ella. Si hay un sí, él puede seguir visitándola .
"Uno se ha conocido, pero no ha hablado de relaciones y menos ha habido una caricia", confírma Hortensia."Si el padre de ella dice no, queda casi a soltería", agrega en un enredado español Guillermo Averagama, promotor de salud de la comunidad.
Con la negativa, ningún otro joven volverá a pedir su mano. Esto pasa pocas veces, por mala conducta del muchacho, por su inexperiencia o porque su familia es problemática. En cambio, cuando hay un sí, empieza un breve noviazgo y la conquista se hace a punta de mercados. "No hay un precio fijo, pero,pueden ser de 100.000 pesos", señala Averagama.
Para los embera no es una compra o venta de la mujer. Se trata de que el novio pruebe su palabra. Si no cumple, pierde todo atractivo. "Es un indígena destinado a soltería". Esto que se llama un `mal partido'. 
A los 14 años las embera tienen su primer hijo, y a los 28 ya muchas son abuelas, pues sus hijas han empezado el ciclo que ellas vivieron.
Y mientras las mujeres permanecen sumisas, de solo un hombre y se han privado toda su vida del placer, los hombres despliegan su galantería aún ante mujeres de otras etnias. "Los aromas de mujer se sienten y gustan", dice un embera y otros alrededor le celebran.
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*      RESPECTO AL CONFLICTO
*      La mujer en la tribu embera es una de  las protagonistas principales del desplazamiento forzado en Colombia. 
Al menos cinco de cada diez mujeres  (más de dos tercios del total de la población desplazada en el país, según el Alto Comisionado de las naciones unidas para los refugiados, ACNUR), han tenido que soportar el dramático peso de responder solas por su hogar y lejos de su municipio de origen.
En  los últimos cinco años, las más afectados fueros las edades entre 15 y los 49 años, pues ellas son las que deben abandonar el lugar donde habitan, generalmente con sus hijos sin compañía de un hombre, en busca de nuevas oportunidades.
Así lo concluyó un estudio sobre demografía urbana en más de 70 municipios del país realizado por la profesora Nubia Ruíz asociada al Instituto de Estudios Urbanos (IEU) dela Universidad nacional; al indagar las causas del desplazamiento Ruíz encontró que obedece a factores como el conflicto armado y a que muchos ante la necesidad económica se vinculan a actividades ilegales.
De acuerdo con la investigación “al correlacionar la ausencia masculina con alta tasa de su mortalidad, encontramos que la exposición del hombre a la muerte se da no sólo en el momento en que tiene que salir de su lugar de origen, sino que incluso después. Por ejemplo, el joven llega a la ciudad a formar grupos de riesgo como ocurre en Medellín con el recrudecimiento de la violencia juvenil en las grandes comunas”.
Una de las consecuencias más peligrosas del desplazamiento es el volumen de la población que se vuelca hacia la gran ciudad y hacia las áreas periféricas que sobre pasa un 48%, de seguir así, las ciudades se van a volver insostenibles, los sistemas de servicios, salud y vivienda van a colapsar; incluso el acceso a alimentos mínimos de supervivencia como el agua, será en riesgo; concluye el estudio de la Universidad Nacional.







LA MUJER WAYUU
A diferencia de otros pueblos, las mujeres tienen ciertos privilegios que se ven claramente influenciados. En primera instancia, esta cultura es estrictamente matrilineal, lo que significa que para su concepción, los hijos son de la carne y la sangre donde se engendran.  El idioma tradicional, se denomina eirruku, que significa carne. Es el clan de la madre el que heredan los hijos y es con la familia materna con quien han de criarse. La mujer Wayúu es entonces consultora, ejecutora y transmisora de la cultura además de activas e independientes, social y políticamente.
sus trabajos tradicionales se basan en el tejido y en la cerámica, siendo esta última en menor escala. Siguen conservando bellos diseños tradicionales al momento de producir hamacas, mochilas y algunos accesorios que acompañan los vestidos tradicionales denominados mantas. Desde que una majayüt, es decir señorita, entra en la pubertad, aprende a defenderse por si sola, siempre con la supervisión de su abuela, madre e incluso algunas tías por línea materna.
Estos parámetros, les permiten como mujeres tener más nivel de participación y toma de decisiones al interior de las comunidades como al exterior de las mismas. En la actualidad, no solo en el Cabildo Wayúu Nóüna de Campamento sino en otras comunidades, las mujeres son las que han enfrentado la delicada situación que ha tenido que vivir el pueblo wayuu, no solo en materia de la presencia del conflicto armado en nuestros territorios, también a nivel social.

Sexualidad
Entre los Wayú, el nacimiento de un niño ocurre en la casa, asistido por la madre de la mujer o una pariente próxima. Mientras la supervivencia del niño no sea segura, los miembros de su familia se alimentan con una dieta estrictamente reducida.
 No se destaca la pubertad en los varones, pero las niñas están sometidas a un severo rito de paso. Cuando la muchacha empieza a menstruar, es sometida a un período de reclusión, al término del cual se ha convertido en mujer equipada para casarse. Durante el inicio de esta reclusión, la joven es completa o parcialmente rapada y luego instalada en una hamaca colgada cerca del techo de la casa. Durante los días siguientes es cuidada con alimentos vegetales especiales, llamados jaguapi, y observa una dieta rigurosa. En ese tiempo la bañan con frecuencia y la instruyen en las tareas femeninas, tejido, hilado, le imparten conocimientos sobre los procesos tradicionales de control natal, embarazo y quizás algunas técnicas eróticas.
El hombre puede tener varias mujeres. Antes del matrimonio el novio debe llegar a un acuerdo con los padres de la novia en una reunión denominada ápajá y entregar a ellos la cantidad de ganado y joyas que acuerden. La mujer permanece en el hogar y es símbolo de respeto y unidad. Habitan en rancherías (piichipala o miichipala), pequeñas comunidades distantes unas de otras, conformadas por agrupaciones de parientes cercanas al clan.